Tuesday, November 16, 2010

La vida es así, nacemos para morir, mentimos para sobrevivir, caminamos para volver al punto de partida y nos acostamos con la esperanza de tener un sueño maravilloso que porder olvidar por la mañana, arriesgándonos a tener una pesadilla demasiado parecida a la vida real. La vida es así, se basa en eso, en aprender de los errores, en levantarte cuando te caes, nunca decir nunca y bajo ningún concepto mirar atrás. Una de las cosas más bonitas que tenemos y que, por suerte o por desgracia, siempre tendremos son los recuerdos. Esta entrada no es una reflexión más sobre la vida, no es una entrada más, es con la que intentaré darle las gracias a una de las personas que están grabadas a fuego en mi corazón. Sí, a mi vecino de pasillo, al chico de la habitación de al lado, a mi héroe y a mi débil compañero, a mi guerrero, a mi hermano, a mi amigo.
Porque es mucho más que mi hermano, me enseñó a querer, me enseñó a perder y me ayudó a ganar, me escuchó y me escucha, soporta todas mis cosas, sabe cada manía y es el único capaz de controlar mis impulsos. Nos conocemos. Vale, sí, somos hermanos. Sé que le gustan las nuevas experiencias y vivir al límite. Que su pasión, podría decirse que es una mezcla entre el viaje y el deporte. Que odia trabajar y se pasaría los días de juerga, pero también sé que es tan responsable que no puede hacerlo y no le importa. Le gusta errar, sí, es raro... pero sé que le gusta, no lo entiendo totalmente, pero tampoco me he parado nunca a juzgarlo, creo que lo que más le gusta del error es la satisfacción de después, la adrenalina que puede descargar poniendo remedio. Creo que una de las cosas que más le gustan, es el chocolate y leer libros, pero no cualquier libro, libros interesante, que hablen de historias reales, con los que pueda meterse en la piel de los personajes. También le gusta reirse de su pequeña hermana... ¿Qué remedio me queda más que aguantarle? ¿Sabéis que es lo que más me gusta a mi de mi hermano? Que podemos discutir, insultarnos, decirnos cosas que no se pueden ni contar, pero a fin de cuentas sé, que si le hacen algo me muero y lo mismo siente él, lo que adoro de todo esto, es que cuando discutimos nunca nos vamos a la cama sin hablarlo. Siguiendo con él... se hace el duro, le gusta que le admiren por su fuerza, pero llora. Sí, llora. Y no tiene nada que envidiarle a nadie, porque el valor que demuestra llorando, poca gente puede...  Sé perfectamente que odia el materialismo y que la gente ocupe mucho tiempo preparándose, sí, creo que eso es lo que más odia de mí. Eso, y la voz que pongo cuando discutimos. Nunca me lo ha dicho, pero yo creo que si fuera él, sería lo que más odiaría.
¿Que qué odio yo? Odio que me abrace con fuerza, pero es un calor tan familiar, que a veces no quiero que me suelte. Odio cuando me grita, pero me encanta como me pide perdón. Que me haga burla o que se ria de mis problemas, pero en el fondo sé que lo hace para sacarme esa sonrisa, que estoy totalmente convencida de que, es el único que conoce. Que sea tan nervioso, que no pueda pararse un minuto quieto, pero a la vez me gusta que sea activo, me anima verle siempre de un lado para otro. Y en definitiva, lo que más odio es que nos parezcamos tanto, no solo físicamente, sino en lo personal, en la forma de pensar, es increible como terminamos la frase del otro o como con una sola mirada, con un gesto, somos capaces de saber lo que piensa el otro de la situación.
¿Lo que más me gusta? Él. Me gusta él. Es decir, es mi hermano y no lo cambiaría por nada en el mundo, moriría por él, mataría por él, creo que es el mejor hermano que me ha podido tocar y muchos querrían tenerle a su lado, en su día a día, desayunar con él, comer a su lado, tirarle miguítas te pan y ser el blanco de las suyas. Me gusta que le guste jugar con fuego, pero que odie quemarse. Me gustan los disgustos que me da, porque las alegrías compensan.
Llevo 39 frases, para intentar describir con palabras, algo indescriptible, porque todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que pasa en nuestro corazón, y lo que está claro es que desde hace 15 años y 5 meses he estado demostrándote que eres y serás para mi lo más grande hasta morir. Desde que me enseñaste a atarme los zapatos con el viejo truco de los conejos y las orejas, hasta tirarme en bici por una cuesta, acompañarme en todas mis trastadas, hasta criticar a los hombres conmigo, mirar mal a nuestros vecinos y reirnos a carcajadas a las tantas de la madrugada, desde pelearnos por el mando, hasta pelearnos por el ordenador, para acabar llamando al otro y viendo ambas cosas juntos. Gracias por mentirme cuando tenías que hacerlo y ser sincero cuando era necesario, por saber disfrazarme la verdad, para no hacerme daño, por dejarme manchar tu pijama con mis lágrimas, noche sí, noche también, gracias por ser mi mayor y único apoyo en algunos momentos y por guardar los secretos como sólo tú sabes. Siempre me lo has demostrado, y espero haber sabido ser la mitad de buena hermana que tú has sido conmigo, Carlos.
Gracias por estas 15 etapas, gracias por estos 15 cumpleaños, gracias por dejarme pasar a tu lado mi vida, nuestra increible vida.
Para finalizar; decirte que, te quiero, gracias, gracias, gracias.

No comments:

Post a Comment