Thursday, November 28, 2013

Hay días...

Hay días que vendería mi alma al diablo por dejar de lado todas las preocupaciones, los miedos, los conflictos... en fin, todo aquello que me da dolor de cabeza.
No hay día que no piense lo fácil que era todo cuando era niña y lo cuesta arriba que se me hacen los días a veces... 
¡Joder! Quién no ha tenido uno de esos días en los que parece que lo único que apetece es quedarse en la cama y dormir eternamente. Venga, va, que tire la primera piedra quien no fingió estar malito para que su mamá le mimase y le dejase quedarse en casa ¿Nadie? Se veía venir...
Y no solo eso, que alguien se atreva a decir que nunca ha pensado "¡A la mierda! Me rindo", que nunca ha querido mandarlo todo a paseo. Desaparecer como los fantasmas de la tele. Puff. Y ya está. Se acabó.    Y que nadie te recuerde a ti y al mal que hiciste, que no echen de menos tu forma de oler o tus equivocaciones, tus errores... 

Es en esos días, cuando más vulnerable me siento, cuando recuerdo aquel momento. Hace ya unos cuantos años, tres... o quizás cuatro. No lo recuerdo demasiado bien, así que perdonadme si no me ciño totalmente a los hechos. 

Llegué a casa con los ojos llenos de lágrimas y un boletín en la mano "Colegio Liceo La Corolla" era el logotipo que habían impreso en él. Más abajo, a mano, ponía mi nombre y apellidos. Y dentro, estaba el motivo de mis pesadillas. Las notas.
Vale, sí, lo sé, todos tenemos miedo de ese momento en el que la profesora entrega los boletines, pero ese año no era solo miedo. Ese año sabía que no iban a ser todo lo buenas que me gustaría que hubieran sido. Y sabía que había sido por mi culpa, porque no me había centrado. 
Pero allí estaba él, con sus enormes ojos azules y su nieve en la azotea. Con su sonrisa de oreja a oreja - si, recuerdo muy bien esas sonrisas de las que era imposible no contagiarte- mirándome. Me acarició la cara y me preguntó cuál era mi tormento. 
Si soy sincera, no alcanzo a recordar totalmente nuestra conversación, pero si recuerdo lo que saqué en claro de ella... "El optimismo se ejercita. Creer que las cosas pueden ser distintas enciende un motor que las hace posible".

Hace ya muchos días de tus consejos y hoy, necesitaría aunque fuese una mirada para poder saber qué hacer.