Monday, December 17, 2012

Te extraño.

No, no sé como se afronta dejar de tener a alguien que amas. No lo sé. Siempre he pensado que es cuestión de olvidar, olvidar todas las veces que os sonreísteis, las veces que os mirasteis y todas aquellas que os necesitasteis. Realmente, duele tanto amar a los que amas que no sé como se sobrevive a eso...

Me acuerdo perfectamente del 10 de Enero del 2011. Recuerdo como iba vestida, lo que estaba haciendo y cómo me sentí cuando me di cuenta de que no ibas a volver a estar ahí. Me acuerdo que me quedaba despierta en la noche, llorando abrazada a tu recuerdo y como me gustaba meterme en aquel armario donde estaban tus cosas, lo asustada que me sentía cuando pensaba que no iba a recordar cosas tan sencillas como el olor que desprendías o el sonido de tu voz, esas arruguitas que te salían en los ojos al reírte, esas que tanto me gustaban...

Soy capaz de recordar cada palabra bonita que me dijeron cuando nos despedimos de ti y lo afortunada que me sentí de haberte conocido. Aún siento aquella sensación de vacío que experimenté cuando apenas conteniendome en pié subí al altar y le conté a todo el mundo como eras de verdad y lo reconfortante que resultó ver tantas personas emocionadas con tan solo eso, solo tu recuerdo.

Pensé que no podría vivir con esa sensación, con esas ganas de llorar constantes, pero que en algún momento tendría que acabarse, que me olvidaría de todo.

Olvidar ¡Olvidar! ¿Olvidar? Jamás.

¿Qué es olvidar? Puedes olvidarte de un numero, de una dirección, de como se escribía una palabra en inglés o incluso del nombre de alguna persona, pero... ¿cómo se hace para olvidar todo de alguien que te dio más de lo que nadie te había dado? Que te dio los mejores momentos de su vida y te ocultó los peores, maquillándotelos de un suave color rosa, de un arco iris, de una barrera inquebrantable a la que me gustaba llamar amor.

Cómo se olvida todo de una persona, todas las veces que os mirasteis, las sonrisas, los abrazos, las palabras... cómo. En qué momento pierdes la razón y dejas de escuchar a tu corazón, sacando valor para sacar el recuerdo de alguien de tu vida.

¿Y después? Después las lamentaciones, como él ya no está y como no supiste olvidarle tú.

Hace ya casi dos años de aquel día en el que mi referente, esa pequeña gran parte de mi, se fue. Ya no me pregunto por qué, por que se que no voy a encontrar un motivo. Ya no deseo que alguien malo estuviera en su lugar. Ya no siento lástima, sino alegría.

Alegría. Alegría de que algún día fue él el que me enseñó lo que es la vida, el que me dio fuerzas cuando las necesitaba. Él y sus sarcasmos, él y sus chistes. Su tranquilidad, su complicada simpleza.

Aunque aún no me he acostumbrado a estar sin ti, echándote de menos. No hay día que no me acuerde de lo que me gustaba echarte carreras al volver del colegio, ni cómo podía pasarme horas durmiendo encima de tu barriga, sintiendo tu respiración. Recuerdo como si fuera ayer todas esas veces que madrugaba para desayunar contigo... tus manías, tus idas y tus venidas.

Venga, que hasta yo sé que no eras (o eres, o lo que sea) perfecto, pero no se me ocurre una forma mejor de hacer tu trabajo.

Te amo mucho miguelo.

No comments:

Post a Comment