Wednesday, April 29, 2015

Deja que me quiera yo, que tú no sabes.

Y llegados a este punto me ha dado por pensar;

Pienso en por qué tenemos que depender siempre de otra persona. Desde pequeños nos han enseñado que nuestros padres son como una especie de muro inquebrantable a través del cual nadie ni nada malo puede alcanzarnos. Y en su ausencia, siempre habrá alguien ahí que nos acogerá y nos llevará en una burbuja hasta que estemos listos para afrontar todo lo injusto de este mundo al que hemos decidido llamar "nuestro".

¿Y una vez crecemos? Llega el momento en el que parece que nos viéramos obligados a buscar una pareja que nos complemente y yo digo, realmente, ¿no somos capaces de complementarnos solos? ¿A caso nacemos incompletos? Lo bonito de la vida es su corta duración, el hacer todas esas cosas que queremos cumplir antes de que nuestro tiempo se acabe, con el reloj pisándonos los pies; a contrarreloj. Sin mirar atrás y sin preguntarnos si lo que queremos para nosotros está también bien para un segundo.

Que sí, que todo eso que dicen de sacrificarse por alguien está genial. Y sí, yo cambiaría mi rumbo, mis planes y hasta la cabeza por personas que lo harían por mí. Dejaría de cumplir un sueño si de él dependiese la felicidad de mi hermano, de mis padres... pero, por qué dejar de hacer cosas por alguien que no sabemos en qué lugar estará en nuestra vida de aquí a diez años. ¡Vamos, seamos realistas! Si ni siquiera sé donde voy a estar yo de aquí a cinco minutos...

A ver, quizás es que yo soy de un barrio pequeño, pero parece que cuando llegas a cierta edad sin pareja eres un bicho raro. Como si por no regalar te amos y pasar momentos ñoños fueras más desgraciado, o algo así. Es como si pasaras y hasta el viento te susurrara: oooh... pobrecito... míralo, qué solo está. Ya lo decía Robin Williams: Solía pensar que lo peor de la vida era acabar solo, y no lo es. Lo peor es acabar con alguien que te haga sentir solo. 
Sinceramente, prefiero un 14 de frebrero con mis amigas o mi familia, que con alguien que me llene la cabeza de pájaros y el corazón de mentiras.

Desde aquí hasta donde puedo recordar siempre había deseado una historia de película, o no tan de película, un romance normal. Algo así como lo que mis padres han vivido, una vida compartiendo. Pero, compartir significa compartir. Ni dar, ni recibir. Compartir.
Pero, hace poco me di cuenta que buscando aquello que no tenía estaba dejando pasar muchos momentos. Hace poco comprendí que mi vida sin amor está igual llena que con él, incluso más.



Y quiero hacer una última aclaración, que en mi opinión el amor al que nos referimos no tiene nada que ver con el amor que te puede dar un amigo o un familiar (no es el mismo, no tiene comparación y por lo que voy viendo con el paso de los años, éste último es mucho más gratificante).


No comments:

Post a Comment